miércoles, 11 de febrero de 2015

BACHUÉ, LA MADREDIAGUA

Bachué, la madrediagua
Bachué, la madre chibcha salió de la  laguna de Iguaque, una madrugada, llevando un niño en los brazos.

era una bella mujer, cubierta solamente por una túnica de pelo negro, que le arrastraba.

apareció lustrosa, recién escurridad del lago. Una madrediagua morena, garbosa, de senos redondos, firmes, cobrizos, terminados en puntas más oscuras.

Caminaba afirmando las piernas ágiles. Venía de andar tanto, que se le formaron pantorrillas de hoja de palma, y muslos fuertes.
En los brazos, la criatura también viringa.

Bachué se instaló entre los chibchas; se ganó su confianza y su afecto. Les enseñó normas para conservar la paz con sus vecinos y el oren entre las gentes de su cercado

El niño creció y Bachué, encargada de poblar la tierra, empezó a ser fecundada por la criatura que había portado en sus brazos.

Los alumbramientos eran múltiples, como los de las conejas; en el primer parto se cortaron mellizos; en el segundo trillizos; en el tercero cuádruples; en el quinto quíntuples, y así hasta que consideró que su tarea reproductora sobre la tierra estaba cumplida.

En pocas edades recorrió muchos cercados y por todas partes dejó criaturas y enseñanzas.

Pasaba el tiempo y la mujer pobladora, no envejecía.

De pronto, su cuerpo se destempló; los senos se le escurrieron; las piernas se le aflojaron; su cuello ya no era lozano; el rostro estaba poblado de arrugas; había un gran cansancio en su mirada.


Sin avisar, de improviso, como había llegado, se fue otra vez a la orilla de la laguna de Iguaque, acompañada del mismo ser que había traído. Se lanzó a las aguas.

Un gran bostezo de agua la devoró, convirtiéndola en serpiente, símbolo de inteligencia entre los chibchas.

Los nativos aseguraban que de vez en cuando veían a la culebra asomar los ojitos brillantes a la superficie de las aguas vidriadas, en las noches de  luna, cuando acudían a llevarle ofrendas.

Arrojaban adornos de oro, utencilios y copas doradas, en la seguridad de que ella estaba en el fondo de la laguna, recibiendo los regalos, de buen corazón.

Flor Romero
Colombiana.

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