Feminismo en la actualidad
Nadie negaría que en buena parte del mundo las mujeres gozan de mayores oportunidades en relación con la educación, el trabajo y la participación política. Han logrado altos niveles de educación, puestos de alta dirección en empresas y puestos muy importantes en los gobiernos, incluyendo la presidencia como en el caso de Inglaterra, India, Nicaragua y Panamá, entre otros.
No por ello existen condiciones para determinar que el patriarcado se ha acabado y que tenemos sociedades igualitarias para los géneros. Como bien comenta Ana de Miguel, continúan desigualdades en torno a diversas problemáticas, tales como el salario, la violencia doméstica en la cual la mayoría de las víctimas son mujeres y niños, la ausencia de una política de guarderías públicas, mayor responsabilidad en las actividades del hogar lo que conlleva una doble y triple jornada para las mujeres, dificultades en el logro de su desarrollo personal, etc.
Tal vez la mayor diferencia con respecto a otras épocas es que no se presentan grupos de mujeres que realicen manifestaciones similares a las vividas por ejemplo en los años sesenta del siglo XX.
Ello no significa que no existan grupos de base o asociaciones en beneficio de un cambio social con perspectiva de género dedicados a ampliar la conciencia de hombres y mujeres en torno al tema e igualmente impactar en instituciones educativas y del Estado.
Por tanto, aún es imprescindible la labor de grupos de feministas que continúen su tarea de reflexión e incluso logren la creación de instituciones o ministerios dedicados a la mujer para lograr una democracia paritaria.
Recientemente han tomado fuerza dos pensamientos antifeministas por una parte, enunciando que la igualdad ya está lograda, por lo cual no hay necesidad de continuar su búsqueda y por otra parte, el que culpa al feminismo de la ausencia de valores en la institución familiar y en la sociedad en general, supuestamente debido a la ausencia de la mujer en el hogar que, recordemos, no solamente es responsabilidad de ella.
Así, se empañan las “lentes” con las cuales podemos “leer” las formas de discriminación y desigualdad vigentes para mujeres de todas las edades, entre ellas, la anorexia como síntoma de la perversa pretensión de tener un único modelo corporal femenino, que no es más que la negación de la diversidad entre las mujeres.
Ni qué decir de una sociedad que rechaza nuevas formas de ser que no responden a los estereotipos masculinos y femeninos.
El empecinamiento en negar la existencia de nuevas identidades sexuales, obstaculiza el desarrollo personal de homosexuales mujeres y hombres y transexuales.
Partiendo de la enunciación sobre la diversidad existente entre el grupo de mujeres, el feminismo ha aportado a la comprensión de la diversidad de los seres humanos, en relación con la etnia, la orientación sexual, la clase, la religión, la edad, el nivel educativo, etc.
Aún no tienen iguales oportunidades y libertades, por poner cualquier ejemplo, un hombre joven, heterosexual, con alto nivel académico y “blanco”, que una mujer mayor, afrodescendiente o indígena, analfabeta y lesbiana.
Lo anterior lleva a pensar que no es posible generalizar la caracterización de los diferentes grupos de población y por tanto las políticas y acciones que se realicen en beneficio de la humanidad deberían contemplar la inclusión de esta mirada sobre la diversidad.